domingo, 25 de septiembre de 2011

La Hojasuelta

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Se hace necesario no callarse la boca en estos momentos donde la crisis planetaria espera un cambio de raíz en nuestras actitudes. Para cada uno de nosotros el lugar donde vivimos, el territorio que ocupamos es como un ombligo del mundo, y así lo es en función de ser una parte de un gran todo, el planeta. Las ambiciones de la inteligencia deben ser ante todo secundarias a lo ético, ya que no hay ignorancia más perversa que la inteligente .No podemos seguir sosteniendo lo insostenible, lo no deseado; la vergüenza del discurso hipócrita. Se dice como no se piensa se hace como no se dice. La trampa está en nuestra lengua, el abuso retórico. La soberbia inteligente entorpece y hace pequeña la visión sobre la Vida, se adormece la conciencia y el sinsentido encuentra terreno fértil (hay otra inteligencia, impregnada de sabiduría). Así está nuestra Argentina. Desencontrados los pensamientos porque se cierran a una sola y mezquina manera, la de la rivalidad. Al decir de esta violenta e hipócrita manera se establece la desprolija forma del ser argentino. Nos golpeamos las narices entre nosotros mismos, prolifera la desunión y así los mezquinos oportunistas aprovechan para juntarse y hacer sus negociados produciendo aún más daño para luego  terminar matándose mutuamente.
 
Como siempre el sentido de “patota” surge por debilidad espiritual.


En esta sociedad donde todavía desaparece gente, donde te agreden sicológicamente a la mejor manera del terrorismo ideológico. En esta sociedad donde civiles ciudadanos argentinos que tanto recuerdan con reproches  la tiránica situación militar que supimos soportar, luego de esa tan antidemocrática manera de aguantar, hay civiles y digo civiles que detentan el poder con el mismo aire totalitarista de aquellos, persiguiendo, degradando, discriminando, abusando, en resumidas cuentas acciones de violencia, violencia desbordada con un sumo grado de responsabilidad por irresponsabilidad, abuso de poder, agresión por agresión, muerte y perversión, violaciones de todo tipo, física pero aun en mayor profundidad de manera sicológica.

Las diferencias están enfrentadas constantemente, el abuso y tiranismo dogmático es ejercido hipócritamente, encubierto por una falsa aceptación de las diferencias, tan solo para malograr lo que otros construyen. No me hace falta ni dar nombres ni hechos, cada cual convive a diario con estas realidades, y hasta se habla de “enquistamiento”, de “enfermedad moral”, de miseria en los valores básicos de respeto y convivencia, y qué mas cierto que esto, decirlo e ignorarlo.

Mientras sigamos nada más que entretenidos con “espectáculos” o sosteniendo actitudes “pasatistas” iremos empobreciendo cada vez más nuestro espíritu impidiéndonos la posibilidad de crecer y mejorar a través de una búsqueda interna. Mientras que los responsables de las reparticiones del estado pretendan mantener entretenida la angustia existencial de nuestros conciudadanos,  pagando fortunas a los dueños del gran enjambre mediático, que justamente a través de una red monstruosa negocian “lo bueno lo malo lo feo…”y así podemos seguir. Mientras este sea el proceder  no se producirá el surgimiento de una esencial toma de conciencia.

Esta crítica puede parecer negativista, dura y hasta tendenciosa, pero les aseguro que está despojada de ambiciones sectaristas, individuales o de índole alarmista. En todo caso es como hablar bien fuerte entre una muchedumbre de millones de personas, entre las que convivo, siento, amo y hasta me enorgullezco cuando honestas y silenciosas acciones brotan de actitudes humildes, sublimes, simples como una miga de pan.


Absolutamente todos los medios masivos de comunicación poseen un manejo del criterio informativo diario. Programas de televisión huecos, programas que no parecen tan huecos, medidores de la opinión pública, masificadores publicitarios, manipuladores del consumismo. Los medios masivos poseen la herramienta a su favor más poderosa, aquella con la que pueden decir “dennos un punto de apoyo y moveremos el mundo”.

Por otra parte el estado debe velar por la salud y la educación del pueblo, esto es lo básico e inmediatamente necesario. Salud pública y Educación pública. Espero no se apoderen de estas palabras los oportunistas de siempre, los mismos que todo lo pudren. Está en peligro nuestra integridad toda, emocional, física, aquello que quisieron denominar “identidad nacional” es un mamarracho deforme. Así como se hacen campañas por la defensa del medio ambiente y el cuidado de la energía pidiendo que cambiemos por lámparas de menor consumo o desenchufemos los artefactos por determinado tiempo, así de urgente es la necesidad de salvación cerrando el paso o desenchufándonos de tantos medios, como la televisión, la radio, los diarios, la absorbente virtualidad de Internet. Purifiquemos un poco nuestra conciencia, sepamos elegir por nuestra vida de seres humanos. Miremos la naturaleza a nuestro alrededor.

El paso más difícil es regular nuestros hábitos dependientes con los medios. No es novedad esto que planteo, ha sido advertido desde hace décadas; la única diferencia es que ya estamos dentro de la enfermedad. Debemos ser críticos de nuestra existencia, la elección corre por cuenta nuestra. Hay que cortar con la inducción a la dependencia hipnótica, y uno de los síntomas que alimenta esta enfermedad se llama aburrimiento, tedio, insatisfacción emocional, pérdida de tiempo, vaciamiento espiritual. Los medios masivos producen adicción, son una droga para los sentidos. La mayoría sabe a lo que me refiero. Es como saber que el cigarrillo hace mal y no poder dejarlo, así de nocivos son, la “madre” televisión, la “abuela” radio, los “paranoicos”diarios, y el cholulo periodismo amarillista, el poderoso Internet y los nuevos hábitos tecnológicos con los celulares.

Pero hay una estrategia de salvación. Dejar de ser cómplices de estos engranajes del sistema o los sistemas. Individualidad y masividad ambos son extremos de una misma enfermedad, de opresión y enajenación humana. Comparto la idea que alguien mencionó alguna vez de que teníamos que desactivar nuestra bomba interna, esa que está a punto de estallar en cualquier momento, y el detonante es accionado las más de las veces por la estupidez, el sinsentido. A cada uno de nosotros se le ha puesto una bomba dentro de su alma humana. Miremos a nuestro alrededor, el lugar donde estamos y en algún momento veremos lo que somos. Somos habitantes en el cuerpo de la Madre Tierra, la Pachamama. Reconocerla es despertar, es sentir que todos somos parte de su esencia cósmica. Así será nuestra voluntad, pacífica y activa. 

Respetándola nos respetamos.



  Carlos Alfredo Jones